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John Belalcázar

CEO y fundador de Impulsa CFO

Defensa, innovación y capital riesgo: cómo España puede liderar la nueva ola de inversión industrial

Este experto analiza cómo el capital ha pasado de dar la espalda a la industria de defensa y aeroespacial a verla como una oportunidad estratégica

Defensa, innovación y capital riesgo: cómo España puede liderar la nueva ola de inversión industrial

Durante décadas, el sector de la defensa fue un terreno incómodo para el capital riesgo. Cargado de estigmas, asociado a burocracia, opacidad y a una regulación compleja, apenas despertaba el interés de los fondos. Pero en 2025 la realidad es completamente distinta: emprender e invertir en aeroespacial y defensa nunca había sido tan atractivo.

El cambio no ha ocurrido de la noche a la mañana. La transformación de la percepción pública y empresarial responde a un contexto geopolítico inédito, una reconfiguración industrial global y a una verdad difícil de ignorar: Europa no puede ser competitiva si no garantiza su autonomía tecnológica y de defensa.

Un cambio de paradigma en la inversión

Según el Informe del sector Aeroespacial, Seguridad y Defensa de Albia | IMAP (2024), el gasto global en defensa alcanzó los 2,7 billones de dólares, impulsado por la urgencia de reforzar capacidades estratégicas y tecnológicas propias.

En paralelo, la inversión de venture capital en defensa y aeroespacial en Europa alcanzó los 1.500 millones de euros solo en el primer semestre de 2025, más que en todo 2024, de acuerdo con PitchBook. Se trata de más de 75 operaciones activas en lo que va de año, frente a menos de 30 hace apenas una década.

Del miedo a la estrategia

Detrás de estas cifras hay algo más profundo que un simple repunte coyuntural. El capital riesgo ha pasado de temer al sector a considerarlo estratégico. 

Los fondos que antes solo invertían en software B2B, SaaS o deeptech, ahora están explorando startups que desarrollan drones, comunicaciones seguras, sensores inteligentes, materiales avanzados o sistemas de inteligencia artificial aplicados a la defensa y el espacio.

No se trata de financiar armamento, sino de invertir en soberanía tecnológica, innovación dual y resiliencia industrial, tres pilares que están definiendo la nueva ola de inversión industrial europea.

España ante una oportunidad histórica

España parte de una posición discreta, pero con un potencial enorme. Contamos con una base industrial sólida, una red de pymes tecnológicas muy competitiva, talento de alto nivel y, sobre todo, un ecosistema cada vez más conectado con Europa y el mundo. 

La clave ahora no está solo en atraer capital, sino en coordinar mejor las piezas del ecosistema: industria, startups, fondos y administración.

El Informe de Albia | IMAP señala que los países que logren combinar innovación tecnológica con estructura industrial y agilidad regulatoria serán los que capitalicen el nuevo ciclo de consolidación.

España tiene todos los elementos para hacerlo: startups en campos como la ciberseguridad o el espacio, universidades con capacidad investigadora puntera y fondos emergentes especializados en tecnología dual.

En los últimos años, hemos visto surgir nuevas alianzas público-privadas, aceleradoras sectoriales y proyectos industriales con visión estratégica.

El reto está en convertir esa efervescencia en tracción real: facilitar financiación temprana, reducir trabas regulatorias y fomentar la colaboración entre defensa, innovación civil y capital privado.

La tecnología dual: donde convergen innovación e industria

El término ‘tecnología dual’ se ha convertido en la palabra clave del momento. Se refiere a desarrollos con aplicación tanto militar como civil, y que están transformando sectores enteros: sensores, robótica, inteligencia artificial, energía o materiales avanzados.

Este modelo no solo reduce las barreras éticas que durante años alejaron al capital del sector defensa, sino que multiplica el impacto social y económico de la innovación.

Un radar diseñado para defensa puede optimizar la logística marítima, un sistema de comunicación segura puede fortalecer la ciberseguridad bancaria, una constelación de satélites puede mejorar la agricultura de precisión o la gestión energética.

La frontera entre lo militar y lo civil prácticamente ha desaparecido, y eso ha abierto la puerta a una ola de innovación transversal, donde la tecnología que protege también impulsa la productividad y la sostenibilidad.

Los fondos cambian su estrategia

La tendencia es clara: los fondos de venture capital y private equity están ajustando su tesis de inversión.

Según PitchBook Q2 2025 European Venture Report, el 43% de los fondos que invirtieron en deeptech en 2024 han incorporado verticales de defensa y aeroespacial en 2025. La percepción del riesgo ha cambiado.

El sector ya no se ve como un espacio opaco, sino como una apuesta estratégica a largo plazo, con respaldo político y una demanda garantizada por los programas europeos de defensa común.

Iniciativas como el European Defence Fund (EDF), el IRIS² (constelación satelital europea) o los programas de innovación dual de la OTAN están sirviendo de catalizador. Los fondos saben que detrás de cada euro invertido hay estabilidad, retorno y propósito.

Y en este ecosistema emergente, España tiene capacidad de especializarse en áreas clave: software de defensa, ciberseguridad, simulación, energía o materiales avanzados.

No se trata de replicar el modelo estadounidense, sino de desarrollar uno propio, más colaborativo y sostenible.

Startups con propósito: innovación y soberanía tecnológica

En la última década, muchos emprendedores tecnológicos se han movido hacia el sector aeroespacial y de defensa. Lo que antes era un espacio casi inaccesible ahora se percibe como una industria de propósito y alto impacto. Empresas que nacen con talento civil están encontrando en la defensa un canal de aplicación real y escalable.

La combinación de IA, automatización y robótica está redefiniendo los procesos de mantenimiento, simulación y comunicación en toda la cadena industrial.

Y lo más importante: se está recuperando el valor del conocimiento técnico, el que genera empleo cualificado y soberanía tecnológica.

Este cambio cultural también se nota en las instituciones financieras. Los bancos, que antes cerraban la puerta a las pymes del sector, hoy las buscan como clientes estratégicos.

El capital privado, por su parte, ya no teme entrar en defensa: lo busca activamente y los fondos de crecimiento ven en estas compañías una forma de diversificación sólida y con impacto real.

De la desconfianza al liderazgo

El resurgir de la inversión en defensa y aeroespacial en Europa marca el inicio de un nuevo ciclo industrial. Uno donde la tecnología dual, la colaboración público-privada y el talento emprendedor redefinirán la manera en que entendemos la innovación.

España tiene una oportunidad única de situarse en el centro de ese cambio, no solo como país receptor de inversión, sino como productor de conocimiento, innovación y capacidades estratégicas.

El desafío está en creérselo: en construir una narrativa de país que entienda que fortalecer la industria no es militarizar la economía, sino asegurar nuestro futuro tecnológico, económico y social.

Nunca antes había sido tan ‘sexy’ emprender en defensa y aeroespacial. Y lejos de ser una paradoja, es una gran noticia: significa que estamos entendiendo que la innovación, la soberanía y el propósito pueden y deben ir de la mano.

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